No ha sido un adiós triste, con los que te quedas con mal sabor de boca. Ha sido un adiós de los que te dejan en la cara una sonrisa permanente el resto de la noche.
Como una síntesis de nostalgia y, aunque suene tal vez contradictorio, esperanza. La certeza de que está ahí, de que yo no iría lejos sin él y él no iría lejos sin mí. No, ahora no.
Su recuerdo arrastra una estela de ¿sentimientos?, ¿sensaciones?, ¿cómo explicarlo? Tal vez la mejor forma sea explicar lo que me sucede y quizá alguien pueda opinar.
En una despedida suele florecer la nostalgia, tal vez la pena o la tristeza. Aquí no, aquí aparece el deseo instantáneo de volver a besarle, volver a tocarle, volver a mirar la profundidad de sus ojos...
Ahora bien, mis preguntas son: ¿sólo yo siento ésto?, ¿sólo le necesito a él?; y por último: ¿alguna vez me despertarán de este sueño?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario