Ahora llega el momento crucial. No mola ser el primer clavo, no creo que a nadie le guste hacerle daño a quién te ha querido; pero menos mola ser el segundo, menos gusta que te hagan daño a ti. Tal vez muchas veces nos demos cuenta demasiado tarde de que somos clavos, si nos damos cuenta tarde de que somos el primero no pasa nada, pero si ésto ocurre siendo nosotros el señor clavo número dos, pues sí, ahí cambia la cosa.
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