lunes, 17 de enero de 2011

íntimo

Pasaban las horas en estado de letargo. El tiempo corría, tan rápido como siempre.
Tic Tac Tic Tac, acribillando mi cabeza con metralla directa al corazón.

El paso del tiempo no es una situación extraordinaria por la que sentir desasosiego, nos pilla sin avisar, pero estamos avisados. No nos damos cuenta de lo que supone hasta que supone algo malo.
Dicen que hay que aprovechar el instante, agarrarlo. Y creo que yo lo he hecho mal. Agarrar el instante no es detener el tiempo. Vivo en un mundo de tiempo detenido, pero a mi alrededor el mundo sigue girando, empresarios, políticos, gente de a pie, todos siguen con sus vidas, posiblemente ajetreados, agobiados, por excesivo trabajo o por la falta de él. Preocupados por tonterías del más puro estilo ''qué me pongo esta noche''.
Y me mata, juro que me mata, tener que formar parte de este teatro de putas y follados. Y se me escapa la manera de sobrevivir a un circo en el que los payasos tiran un millón de euros por un tener un vibrador de diamantes, y los leones enjaulados siguen siendo los mismos.

Y mientras yo, sentada sola en las gradas, viendo la función. Porque en este símil circense, no puedo meter la cabeza y cambiar el curso del mundo.

1 comentario:

  1. El circo está si se quiere ver. Antes que sentarme y observar esas jaurías de perros que se hacen llamar personas prefiero mirar hacia abajo y encontrarme el ombligo, poco tiempo tengo para centrarlo en mi, como para andar gastándolo aumentando el ego de esos.

    ResponderEliminar